¿Qué ver?




El jardín natural en el que Felipe II inscribió su Casa fue el Bosque de la Herrería. Contempla con M. Azaña su interpretación de este enclave: «Renace el campo; vuelve La Herrería a sonar, a brillar, enciendense de luz los montes y el monasterio padece en la inquietud de la primavera, su rigor se quebranta».

Los viajeros románticos en su afán de mostrarnos a un Felipe II sanguinolento y cruel, denominaron a esta Cruz, situada a la entrada de la Villa, la Cruz de la Horca. Nadie fue ejecutado al pie de una cruz de término que separaba El Escorial de La Fresneda. Una recomendación: Acércate a la Cruz y contemplarás una pequeña obra de arte.

No te conformes con visitar el casino que Carlos III y Juan de Villanueva levantaron en sus cuarenta y siete hectáreas, para el entonces príncipe de Asturias, Carlos IV. Piérdete en su jardín y busca: la Casa de los enanitos, la Cruz de Nefando y los poderes ocultos de una naturaleza exuberante.





organiza el espacio de los nuevos lugares incorporados a su monasterio. Para ello planifica un
gran eje de comunicación que partiendo de la plaza de la Parada, se dirija a Campillo
prolongándose hasta Monesterio, diseñando un gran eje central y en sus lados dos filas de
álamos negros puestos al tresbolillo. Conservado en buena parte este paseo, no olvides
contemplar tres magníficos puentes sobre los Guateles y sobre el río Guadarrama.

de cinco pies, sobre la que se coloca una cobija del mismo material, lo que supone una altura total de 1.66 m y 0.834 metros de anchura, hecha a plomo y cordel, asentando en cada tapia ocho perpiaños, que tengan el grueso de las paredes, cuatro de ellos sobre dos pies de alto y los otro cuatro sobre cuatro pies de alto, debiendo en todos los casos, volar la cobija siempre por encima de la pared, lo sufiente para proteger debidamente la piedra que le sirve de base. En alguna de las rutas que te ofrecemos veras el imponente muro que constituye la Cerca Histórica.


