El Municipio
Aunque la tradición más añeja de El Escorial, nos habla de restos de colonización romana, y sirve para apoyar esta tesis, la existencia de algunos restos de calzada, en el actual camino que une El Escorial con Zarzalejo, y la toponimia del entorno, en ocasiones nos pone en relación con nombres de origen árabe, todo hace pensar que, el primitivo origen de El Escorial, está relacionado con el proceso reconquistador del siglo XI y repoblador del siglo XII, época en la que por razones fundamentalmente ganaderas, el espacio en que nuestro pueblo se localiza, se vería poblado por una mínima comunidad aldeana, que poco a poco se establecería, en el espacio y término que actualmente ocupa nuestra localidad.
Se trataría en principio, de una minúscula población de organización totalmente anárquica, que en régimen de presura, ocupa las tierras que para su sostenimiento económico necesita, que carece de toda organización administrativa, que se rige por normas de carácter consuetudinario y que ha escogido para denominar el lugar que habita, algo que es común a cientos de repoblaciones medievales: el nombre de la vegetación dominante en su entorno, es decir, el éscudo. Parece evidente que, los primeros habitantes de nuestro espacio geográfico, encuentran a su alrededor, todo un bosque o campo poblado de ésculos, carvajos o quejigos, con lo que no es difícil concluir que, la etimología de El Escorial, esta escrita, en lo más precioso y bello de sus elementos sustanciales: la naturaleza.
El primitivo núcleo de población descrito, constituye desde los primeros momentos de su existencia, un espacio fronterizo, no tanto hacia el sur y con los territorios musulmanes muy alejados del marco escurialense, sino con los territorios del Real de Manzanares, ámbito geográfico de constantes conflictos, entre segovianos y madrileños, y en donde El Escorial constituirá la línea de defensa de la comunidad de Segovia.
De aquí surgirán dos aspectos fundamentales que caracterizarán el pequeño enclave poblacional que por entonces es El Escorial: su estructuración como adegaña dependiente de Robledo, aldea creada por Segovia, para organizar todo el territorio de la “Jara y de la Sierra”, y su ansia de supervivencia, pese a la presión constante, que sobre su limitado espacio ejercerán los poblados de El Campillo y Monesterio.
El siglo XVI, nos muestra un Escorial, en creciente proceso de expansión, y con la suficiente capacidad, para segregar un territorio propio e individualizado de Robledo de Chavela, al tiempo que sus condiciones económicas, sociales y de organización del espacio, le convierten en un lugar de atracción de población de los enclaves próximos, lo que hace de El Escorial, una aldea prospera en rápido proceso de crecimiento. Los primeros quince años del siglo XVI, constituyen el momento histórico en que El Escorial se configura como una aldea independiente administrativamente, con un marco territorial específico y propio, individualizado de los enclaves próximos.
b) El Escorial en el siglo XVI.En el marco del sexmo de Casarrubios, y tomando como referencia la normativa legal de la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia, viven y trabajan en el término de El Escorial, en la primera mitad del siglo XVI, un centenar de labradores y campesinos, que subsisten en buena proporción del cultivo de sus propiedades y de las prácticas comunitarias. Este labrador autónomo e independiente, se sentirá amenazado por las actitudes de la monarquía del emperador Carlos V, y como un miembro más de la Tierra Segoviana, intervendrá en la Guerra de las Comunidades, sufriendo primero la derrota y más tarde una dura represión en la que se vieron implicados, un total de 72 vecinos, entre ellos siete mujeres.
Pero la gran página de la Historia se abrirá para El Escorial, en lugares muy lejanos de su entorno, en tierras francesas, y más concretamente en San Quintín. Allí tras la batalla, Felipe II, desarrolla la idea de construir un monasterio, y el 15 de abril de l561, escribe al padre general de la orden Jerónima y le dice: » Sabed que en reconocimiento de la vitoria que nuestro señor fue servido darme el dia de Sant Lorençio, del año pasado de l557, tengo determinado de edificar y doctar un monasterio”.
El nacimiento de El Monasterio, genera cambios trascendentales en el seno de la pequeña aldea, que en pocos meses, abandonará su tranquilidad ancestral, para verse sumida en un proceso de cambios rápidos y urgentes. Así, su marco espacial será transformado, como también su ejido, y su dehesa boyal, y lo que es más importante, sus campos abiertos de siglos, se comienzan a cerrar. Pero es que además, el municipio se puebla de laborantes, procedentes de todos los rincones de Europa, y el dinero, siempre escaso y alejado de las manos campesinas, comienza a sonar en sus bolsas, al tiempo que los mesones y tiendas se hacen insuficientes, y nada de lo tradicional sirve para explicar lo que está pasando.
Es ahora cuando la comunidad de aldea, se convierte en Villa, por una sencilla razón, y es que las normas legales que estructuran la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia, no sirven para hacer frente a la problemática diaria de la construcción de un Monasterio, y es preciso crear en El Escorial, un territorio de Realengo, que dependiendo directamente del prior del Monasterio e indirectamente del Rey, tenga un responsable único: el Alcalde Mayor, encargado de administrar la vida diaria del lugar y de aplicar justicia.
Es también el momento en que el viejo Escorial se engalana con un nuevo Ayuntamiento, un Hospital Real para laborantes, grandes casas para los funcionarios reales, apertura de nuevas calles, edificación de notables fuentes y sobre todo, es el momento en que se construye una nueva Iglesia, la actual de San Bernabé. En una palabra, los años de l562 a l598, constituyen la etapa de máximo esplendor en la historia urbanística de nuestro pueblo, que inexorablemente se acompañó de la ruptura total del tejido económico social tradicional, puesto que a partir de la entronización de los monjes en el Monasterio, los habitantes de El Escorial, destruida en parte su fuente de riqueza ancestral, se convierten en servidores, de su gran patrono: El Monasterio.
c) El Escorial durante los siglos XVII y XVIII.Los tiempos de cambios cesan con la muerte del Rey fundador, y el siglo XVII, será la etapa de sedimentación y reposo que permita digerir las transformaciones impuestas en una Villa, que depende para casi todo de su superior jerárquico, el Monasterio, y de su prior, escurialense.
La situación descrita, con cambios que no son del caso reseñar aquí, se mantiene hasta la segunda mitad del siglo XVIII, y más concretamente hasta el reinado de Carlos III, momento en que se hace patente, la necesidad que los cortesanos del Rey tienen, de viviendas propias, para instalarse cerca de la Corona, durante las jornadas que Carlos III pasa en su palacio del Monasterio.
Los monjes jerónimos con mucho de soberbia y poco de reflexión, impedirán la construcción de edificios con márgenes suficientes de libertad para sus propietarios, lo que conducirá a que la Corona, utilizando un motivo tan baladí como la apertura de un mesón en el Sitio, y empleando para sus intereses a la Villa de El Escorial, promueva un ruidoso pleito, en el que se enfrentaran El Monasterio y nuestro municipio, por el reconocimiento de la propiedad del suelo en el que se había de establecer el citado mesón, con el arbitraje superior, de la Corona, quien en última instancia se apropiará del terreno en discusión, cuando se demuestre que el lugar elegido para la instalación de la nueva taberna, eran baldíos, y por tanto pertenecientes a la institución monárquica.
Desde este momento, la Corona promoverá cambios administrativos de importancia, a costa del Monasterio y de El Escorial, centrados en la desaparición de la figura del Alcalde Mayor, la creación del cargo de Gobernador de El Real Sitio, y la configuración de un marco territorial propio, para el nuevo enclave poblacional puesto en marcha.
Nacía así, no sin graves dificultades, el miembro más joven de la tierra escurialense: el municipio de San Lorenzo de El Escorial.
d) Los caminos de la modernidad.Con la pujanza de la juventud, San Lorenzo de El Escorial inicia su aventura, pronto truncada por una guerra como la de la Independencia, la cual supondrá para El Escorial, dado sus hechos de armas, el honroso titulo de Leal, preámbulo obligado a los peores años de nuestro municipio, nunca debido a la fuerza con que se desarrolla San Lorenzo de El Escorial, sino a los cambios que en el núcleo monástico escurialense impondrá, la exclaustración de los jerónimos, y la posterior desamortización de todos sus bienes.
Y es que, el segundo tercio del siglo XIX supone, la transformación radical del modo de vida habitual de la población escurialense, toda vez, que desde l836, ya no hay monjes a los que servir, ni propiedades religiosas que trabajar, puesto que la Corona, heredera de los bienes de los monjes jerónimos, abandona en buena proporción la explotación de la tierra y no realiza inversión alguna, que permita el empleo de la mano de obra. Por otra parte, la desamortización de las propiedades comunales, complemento obligado del trabajo de los campesinos escurialenses son puestas a la venta en pública subasta, y con la apropiación individual, llegará la cerca, y con ella, la pobreza y la despoblación del viejo Escorial.
Sin embargo, en los peores momentos, cuando el empobrecimiento es mayor, y cuando la miseria y la despoblación total parece ser el destino de la vieja adegaña Robledana, El Escorial, recuperará su ansia de supervivencia y aunque vea desaparecer a vecinos cargados de Historia, como Navalquexigo, Valmayor y Peralejo, El Escorial, aguantará lo suficiente, para que el tendido ferroviario primero, el tren más tarde, y el jugoso dulzor del Chocolate, le pongan en condiciones de mostrar al mundo, el primero de sus grandes hijos: El Monasterio de El Escorial.
Apoyándose en la gran obra filipina, y en el gran marco natural en el que se inscribe nuestro pueblo, los habitantes de El Escorial, de los primeros años del siglo XX, solo tuvieron que esperar que el tren llegase con viajeros, para continuar haciendo lo que tradicionalmente habían hecho, prestar sus servicios, y mostrar la grandiosidad de lo que les rodeaba. Y lo hicieron tan bien, que pronto su supervivencia estuvo asegurada.
Quizá como premio a su capacidad de resistencia, los últimos años del siglo XIX, supusieron un incremento notable del marco territorial escurialense, con la incorporación de los términos territoriales, que en su día constituyeron, los ámbitos geográficos de Navalquexigo y Peralejo, enclaves que cincuenta años más tarde, década de 1940-50, parecen renacer de sus cenizas, volviendo a poblarse y habitarse, sin perder su vinculación con su núcleo cabecero la Leal Villa de El Escorial.
Con la distancia que a los problemas dan los años, El Escorial, se nos muestra hoy, como un municipio orgulloso de que su nombre acompañe y complete la denominación de otros dos enclaves crecidos y desarrollados en su marco (Monasterio de El Escorial y San Lorenzo de El Escorial), al tiempo que se muestra receptivo a todo aquello que de algún modo pueda engrandecerle, siempre que en ningún momento rompa la armonía y equilibrio, que el viejo Escorial, pacto con su etimología. Y es que el futuro de nuestro municipio sigue estando escrito en el mismo lugar que su origen: en la naturaleza.
Al noroeste de la Comunidad de Madrid, a medio centenar de kilómetros de la capital del estado, sobre una pequeña loma cerrada por el río Aulencia de un lado, y del arroyo de Lavar por otro, aproximándose con pereza de siglos a las estribaciones montañosas de Abantos, Machotas y Malagón, y dominando de forma completa la nava de la Herrería, se localiza El Escorial, pequeña comunidad de impresionante marco espacial, que con una superficie de 6.900 hectáreas, con una altura media de 900 metros, cobija en su seno, además del viejo «Aesculus» (Escorial), otros enclaves de población, tales como: las urbanizaciones existentes en el eje de la carretera de Valdemorillo ( Pinosol, Prado Ventorro, los Llanos de El Escorial, el Alcor y Peralejo ) y las agrupadas entorno a Montencinar, las Zorreras-Navalquexigo y la Ciudad Bosque: Los Arroyos.
Su territorio está regado por numerosos arroyos que son subsidiarios de las cuencas de los ríos Aulencia y Guadarrama, los cuales atraviesan el término, estos son: El arroyo de la Jarosa o Guatel Segundo; el Guatel Primero o del Boquerón; el Loco; el Charcón; el Ladrón; de las Cebadillas; del Lavadero; del Batan; de los Buzones; de la Fuente del Cañal; de la Fuente del Tejadillo y de la Fuente del Zarzalón.
La escasa pendiente del término ha favorecido que muchos de estos arroyos no drenen bien formando encharcamientos, lagunas y humedales que tienen un gran valor biológico, como son las lagunas de Las Radas; los abrevaderos del arroyo Loco, los humedales de la finca Las Lagunas, o las lagunas de Prado Cocineros y Cubillos, del Chicharrón o de El Castejón, aprovechadas la mayoría de ellas con fines cinegéticos y ganaderos.
La fauna y la vegetación es rica y variada, cuenta a su favor con la excelente combinación de los ecosistemas húmedos, donde habitan muchas aves (cigüeñas, abubillas, perdices, cernícalos, carboneros, herrerillos y lechuzas) y anfibios ( tritones, ranitas de San Antonio, sapos, gallipatos y galápagos ); con el bosque mediterráneo de encinas y robles, donde viven muchas especies salvajes: Javalíes, zorros, conejos, libres, gatos monteses, lirones y ardillas; y con un paisaje rocoso o de berrocales donde habitan numerosas rapaces: Buitres leonados, águilas calzadas, milanos y halcones. Estos humedales atesoran numerosas especies de flora, tales como:
bosques de ribera, fresnos y robles y todas las plantas propias del mundo mediterráneo.
El clima de El Escorial es mediterráneo-continental y se caracteriza por inviernos fríos y secos y veranos calurosos, con temperaturas que refrescan por la tarde-noche gracias a la proximidad de la sierra. Las precipitaciones se caracterizan por tener dos estaciones: una seca que comprende los meses de verano y una húmeda con se corresponde con el otoño y la primavera.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, cerrado a fecha de uno de enero de 2022, la población total de nuestro municipio, alcanza la cifra 16.618 habitantes, concentrados la mayor parte en el casco histórico de El Escorial, sin que podamos olvidar los núcleos periféricos de nuestro entorno, antes citados, y que en la actualidad son enclaves de concentración creciente de población.
El número de habitantes señalado, sé tríplica a lo largo de la temporada estival, época en la que El Escorial se convierte en uno de los núcleos más cosmopolitas de la comunidad de Madrid, y ámbito de acogida veraniega de buena parte de los habitantes de la capital del estado.
A lo largo del año, la Leal Villa de El Escorial, tiene el siguiente calendario festivo.
Navidad: Las fiestas escurialenses inician su ciclo el día 5 de enero con la Cabalgata de los Reyes Magos, que alcanzan su máximo exponente en el Belén Viviente, de mayor tradición de toda la Comunidad de Madrid. El día 6 de Enero por la mañana, los Reyes
Magos entregan regalos a los niños del municipio, tradición que comenzó hacia 1950, cuando el Ayuntamiento instauró la costumbre de hacer una suscripción entre los vecinos para poder comprar regalos a
los niños.
San Sebastián: El día 20 de enero la hermandad del mismo nombre festeja a su santo patrono, con la singularidad que produce el hecho de que sus hermanos procedan de San Lorenzo y de El Escorial. Constituyen una de las fiestas más antiguas de la Leal Villa de El Escorial y su música, la vistosidad de sus típicas capas y los actos en homenaje a su patrón, constituyen las fiestas iniciales del ciclo de primavera.
San Matías: es el patrón del pequeño núcleo de población denominado Peralejo, el cual
fue anexionado a El Escorial en 1896. La fiesta se celebra el día 14 de mayo y los
festejos en torno a los días centrales de dicho mes. Misa mayor, subasta de las andas del Santo, baile, títeres, parrillada y día de puestas abiertas del Centro de Naturaleza “La Cañada Real”, son los actos en homenaje a su figura.
Fiestas de carnaval: De reciente recuperación, son sin duda la fiestas de más hondo calado tradicional popular, que hoy tienen una extraordinaria difusión entre los más jóvenes. Son ellos
los que se disfrazan y enmascaran, con la colaboración y constante presencia de padres y abuelos.
San Bernabé: El Escorial tiene como santo patrón desde el 5 de junio de 1644 a San Bernabé Apóstol, aunque desde tiempo inmemorial, todos los años, el día 11 de junio se festeja su onomástica. Conjuntamente con este homenaje a San Bernabé, se celebra la Feria Industrial y Artesana de la Sierra de Guadarrama, de gran arraigo entre los vecinos, y que recuerda el Privilegio de Mercado Libre, que dispuso El Escorial desde la época
de Felipe II.
Fiesta de Mozos, Casados y Viudos: Es la fiesta más popular y participativa del mundo escurialense, constituyendo el último resto de una tradición antiquísima, en el que se mezclan los ritos de iniciación con los ritos de transito. Las fiestas que se celebran los últimos días de julio y primeros de agosto, la organizan los propios vecinos del municipio. Para la fiesta se eligen tres presidentas, las cuales acompañadas de un mozo dirigen los tres actos más representativos: la celebración de corrida de toros, los toreros siempre han sido y son vecinos o aficionados; baile y campeonato de fútbol. En el Archivo Municipal la primera referencia a esta celebración es de 1918, en ella la Sociedad de Casado y Viudos del municipio solicitaba la gratuidad de la plaza de toros y la exención del pago del derecho de degüello y consumos.
Fiesta de San Roque: vinculada al pueblo de Navalquejigo que fue anexionado a El Escorial en 1895. Hoy día el núcleo urbano de esta antigua población se encuentra
despoblado, pero en su entorno han crecido importantes urbanizaciones periféricas de
este municipio: Ciudad Bosque Los Arroyos, Las Zorreras, Las Suertes y Montencinar. Desde hace algunos años la fiesta principal se ha trasladado al día 15 de agosto, quedando todo el enclave poblacional, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Arroyos.
Nuestra Señora de la Herrería: De especial favor popular goza la patrona de El Escorial, Nuestra Señora de La Herrería, a la que su Hermandad y el público en general, rinde pleitesía, con una extraordinaria Romería, el primer domingo de septiembre. Parte el cortejo romero, de la Iglesia de San Bernabé, hacia su ermita, enclavada en uno de los más bellos parajes de la antigua Fresneda, en el que entre rondón y jotas serranas, todo el pueblo rinde alegre homenaje a su patrona. Las carretas engalanadas por las diferentes peñas, son un autentico derroche de imaginación, representándose aspectos tradicionales escurialenses, estampas marianas y otras escenas de la más variada índole.